lunes, 9 de diciembre de 2002

2002 NT7

Por varios años, los últimos, he estado hostigando a la gente con una serie de preguntas, enfocadas al conocimiento de cada quien, en cuanto a la permanencia de la vida. La pregunta más directa, concreta y compacta es: ¿Cómo argumentarías para convencer que la humanidad debe seguir existiendo?

El marco conceptual es el siguiente:
A través de la evolución, el final de una era o período geológico se caracteriza con un desastre de proporciones para nada leves. Este fenómeno tiene la suficiente presencia como para que el perfil biológico de antes y después sea notablemente diferente. Con extinciones y expansiones de linajes; se pudiera decir “la tragedia de unos es la oportunidad de otros”. Aunque se jura y se perjura de que en la ecología no existen los nichos vacíos, cuando un montón de nichos quedan sin usarse ¿sobran recursos? ¿se eliminan barreras? ¿disminuye la presión selectiva? ¿se desparraman las especies remanentes? ¿se relaja el sistema y ya no importa que seas diferente?

Por ejemplo, el final de los dinosaurios --y otras sabandijas- y la expansión de los mamíferos, se relaciona con dos fenómenos: El extenso vulcanismo en Siberia –las trampas siberianas- y el posterior asteroide en Yucatán. No sucedió en un día, pero la historia cambió y es una pieza del porque hoy nosotros estamos aquí. Evolutivamente se podría pensar, para que surjan cosas nuevas, debe haber grandes cambios.

La famosa encuesta que relajadamente he aplicado, tras el telón tiene lo siguiente, ¿debemos dejar que la naturaleza siga su curso, inclusive cuando uno como especie este de por medio? ¿tenemos el derecho de evitar un desastre natural de magnitudes épicas y que dejaría el terreno fértil para que surjan nuevos linajes? ¿tenemos el derecho de evitar que surjan nuevos linajes?

Como respuesta, he obtenido tres grupos de argumentaciones:
  1. Porque si; debemos seguir existiendo sin explicaciones.
  2. Debemos evitar el cambio, solo porque podemos evitarlo.
  3. El instinto de supervivencia nos puede hace luchar ferozmente por nuestra vida.

Aunque no lo crean, el argumento tres lo utilizó una sola persona y está aquí entre nosotros[1]. Dos tercios expresó el argumento uno. Nadie utilizó otros conceptos que en teoría yo esperaba, como los basados en Dios, la Evolución, mi familia y/o “me duele”. Yo me pregunto ¿No hay más argumentos (aparte de los tres grupos mencionados arriba)?

Este desvarío mío, tal vez tome importancia después del descubrimiento del asteroide 2002 NT7 [2]. Importancia en meditar profundamente en la existencia de la vida --nuestra vida-, sus fines y consecuencias. Este asteroide es el primero con probabilidad no cero[3] de impacto en la tierra y que pudiera hacer desaparecer algún continente, algo así como:
América 0, NT7 1, fin del partido...

Si 2002 NT7 realmente está en ruta de colisión, estoy seguro de que se hará lo posible por detenerlo, hasta las últimas consecuencias. Pero, ¿cual es el argumento para tener el derecho de detenerlo?

Me gustaría conocer sus opiniones.

Antonio Niño, 9 diciembre 2002

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[1] “Aquí entre nosotros”, se refiere al desaparecido grupo “Amigos de Biología II”, donde originalmente se publicó este post.

[2] Jet Propulsion Laboratory: JPL Small-Body Database Browser: 89959 (2002 NT7) // Link

[3] Actualmente no se considera que fuera el primero con probabilidad no cero. La probabilidad referida es según la escala Turín // Link


[publicado originalmente el 9 de diciembre de 2002 en MS Groups]

sábado, 7 de diciembre de 2002

La Luna y la Bestia: Lo que existe bajo su cara.

Hace tiempo, medrando con mi interés por las estrellas, observaba el cielo nocturno con unos binoculares, esa noche era adecuada porque la luna estaba en cuarto creciente, lo que permite una buena posibilidad de admirar a las estrellas y también la parte iluminada de la luna, la que por estar un poco iluminada por el sol, permite que detectemos la altura de sus cráteres. Pero nunca había caído en cuenta de la parte de la luna que no está iluminada, ya que pensaba que por la falta de luz no se puede visualizar; lo que de cierta manera tiene sentido ya que la parte brillante deslumbra la vista.

Pero en ese momento, al observar con cuidado la parte oscura, admire algo que nunca me hubiera imaginado, algo que me erizó la nuca y que me generó un cierto grado de terror y angustia. Era la luna vista como lo que realmente es y no como cotidianamente la vemos. La conciencia de la luna como una inmensa mole rocosa, si, como una gigantesca roca suspendida sobre nosotros, un terrón que se antoja inverosímil que flote sobre nuestras cabezas. Una cara que al instante parece monstruosa, con grietas, manchas y cráteres, que mi intuición me dice que debería caer como cualquier objeto hacia nosotros, aplastándonos de manera inevitable. Esa cara no evoca lo poético ni lo sublime y mucho menos lo épico o mitológico. Es un ente que siempre ha estado a nuestro lado, pero que jamás antes había visto.

La sensación es tal vez similar a lo que aparentaron sentir los personajes de una película de ciencia ficción, cuando al final de la trama desaparece el control mental que les impedía ver la realidad y podían ahora detectar algo espantoso... algunas personas que los rodeaban, incluso algunos de sus seres queridos, se observaban de piel transparente y con una claridad desagradable de su esqueleto --eran extraterrestres-. La película es Sobreviven/They live (John Carpenter. 1988).

Ese fue mi sentimiento al entrar en contacto con la parte de la superficie que no estaba oculta por la luz y que me hace meditar en la otra cara que siempre estará oculta a nosotros ¿como será verla desde el espacio sin la luz solar? Las emociones que sentí fueron momentáneas, por lo que al pasar los minutos desaparecen, pero no así la angustia, la que aun ahora me queda como un leve eco remanente.

Y una agradable sorpresa; acabo de empezar a leer un libro llamado 'El descubrimiento de las sombras' (Robert Casati. Editorial Debate, 266 pp. 2001); un texto con enfoque científico acerca de la luz, las sombras y la perspectiva en nuestra visión. En sus primeras páginas menciona una de las vivencias del autor, un caso perfecto para atraer la atención del lector y que fue el detonante para que escribiera ese libro. Es prácticamente lo que ya les he mencionado, con la diferencia de que el lo vivió a través de un eclipse total de luna, desde un piso en Francia.

El menciona algo así como que la luna la observamos como una diosa radiante, como si fuera un foco que flota por sobre nuestras cabezas; es el efecto de brillar por la luz del sol, pero su verdadera cara es terrible y solo nos la presenta en los eclipses. El no llega a mis extremos emotivos, pero si expresa calificativos como tenebroso y perturbador.

Cita a Goethe (Fausto) '... ¿te atreves tú, monstruo junto a la belleza, a revelarte a la mirada de Febo, que conoce? Por eso acércate más: que Él la fealdad no ve, cómo su ojo sagrado jamás ha mirado la sombra...'

Me parece curioso que por lo menos una persona tuviera sentimientos y percepciones algo similares a los míos, hacia un fenómeno cuya manera de enfocar puede ser extravagante... ¡¡¡ y que haya escrito un libro partiendo de eso !!!

Antonio Niño, 7 diciembre 2002


Addenda. Con todo lo anterior en mi cabeza y en ese tono, disfrute el eclipse de luna de días pasados. Me di cuenta de que aun y estando preparado de que la oscuridad en la luna es motivo de desacato racional, la luna así, es perturbadora. El fenómeno es realmente maravilloso ... y entré a un nuevo escondrijo: la luna casi sin luz no deslumbra la mirada a las estrellas que casi están detrás de ella, lo que permite un efecto tridimensional --la profundidad en la distancia-, la luna se percibe flotando entre nosotros y las estrellas. Tal vez más palpable me entiendan los que han utilizado la estereoscopia aplicada a las fotografías aéreas. Con esas lentes las imágenes planas de los objetos se desanudan ocupando sus verdaderas posiciones relativas en el espacio.

Antonio Niño. 7 junio 2003.

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[publicado originalmente el 7 diciembre 2002 en MS Groups]