miércoles, 12 de septiembre de 2007

Tenemos

Ideas.

Estoy a la mitad de la tercera vuelta de un libro que me asombra, "El retorno de la antigüedad, La política de los guerreros", de Robert D. Kaplan. Este libro trata de la naturaleza humana, la política y de la política exterior, racionalizada a partir de grandes pensadores –la mayoría clásicos- y estadistas.

Me he detenido temporalmente en el mismo capítulo que en mis lecturas de antes, en el capítulo que más me llama la atención empezando por el título: "VII. Los grandes perturbadores: Hobbes y Malthus". Ya antes comente sobre Hobbes en otro sitio (el 12 octubre 2003); ahora deseo traer aquí una de sus dos dudas conflictivas, un auténtico torito aún en la actualidad:

Torito! ¿Los seres humanos tenemos capacidad de opción moral? -Hobbes

Yo creo que si la tenemos, pero no forma parte de nuestro "piloto automático". La moral la debemos deducir o aprender y luego mantenerla como un ideal en donde queremos estar y vivir; se le da uso de manera consciente y como tal se puede optar.

Hobes menciona que el hombre es esclavo de sus pasiones y que necesita un Leviatán como agente externo para mantenerlo sobre el camino. Ese Leviatán castiga pero también debe ser capaz de evitar que el hombre muera a manos de otro hombre. O sea, que acapare la fuerza de control.

Más adelante, Kaplan (pp 171-174) menciona a Kant, quien avanza la idea hasta unirla con la libertad:

"Kant escribe que, si bien la moralidad parece ser la causa de nuestras acciones, no se puede deducir con certeza que ningún impulso furtivo de amor propio, bajo la mera apariencia de costumbres, no sea la verdadera causa de nuestros actos, por cuanto nos agrada presumir atribuyéndonos falsamente un motivo más noble. Puesto que el examen de conciencia más intenso no nos permitirá ver más allá de nuestros motivos y los de los demás, la prueba de acción moral sólo puede deducirse mediante la razón, nunca de la mera experiencia. [...] Kant, al igual que Hobbes sabe que nuestros miedos y apetitos nos hacen actuar irracionalmente, pero luego pregunta ¿acaso no hay leyes que indican como deberíamos actuar? [...] Kant dice que cuando actuamos como queremos sin que eso impida que los demás obren del mismo modo, se trata de una ley universal [...] que no se puede negar. [...] Demuestra que la única conducta que podemos desear sin contradecir que todos la adopten se basa en la buena voluntad. [...] Actuar con buena voluntad significa ver a cada hombre o mujer como un fin en si mismo y no como un medio. Kant sostiene que los seres humanos que se tratan unos a otros como fines en vez de cómo medios son hombres libres. Un hombre libre actúa según sus principios en lugar de hacerlo según sus miedos y apetitos, ya que éstos constituyen las fuerzas externas que oprimen nuestra libertad."

Así se cierra el círculo de por que me asombra este libro, porque de sus páginas, ideas y ejemplos se puede deducir los siguiente:

La libertad se basa en hombres libres que tratan a los demás como iguales, su conducta racional es universal por ser de buena voluntad e inmune a los efectos de los miedos y pasiones. Por lo tanto, No necesitan un Leviatán; tal artefacto es para los que NO son libres -en el sentido aquí expuesto-.

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PD. perturbar. (Del lat. perturbare). 1. tr. Inmutar, trastornar el orden y concierto, o la quietud y el sosiego de algo o de alguien.

del libro que actualmente leo:
Kaplan, Robert D. 2002. El retorno de la antigüedad: La política de los guerreros. Ediciones B. España. 238 pp. [a007213fx]

[entrada publicada originalmente el 12-09-2007 11:19 en Yahoo! 360]

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