lunes, 6 de enero de 2014

arte liberal

Evocación de Lynn Margulis sobre su nacimiento a la ciencia...

Aunque Carl [Sagan] desempeñó un papel importante en mi adolescente conversión científica, «La Facultad» de la Universidad de Chicago fue probablemente todavía más crucial.
Ciencias Naturales II, una asignatura anual, supuso un primer paso crítico en mi educación científica.
En lugar de libros de texto, los estudiantes de las clases de biología de CCNN II leíamos los propios escritos de los grandes científicos: Charles Darwin; Gregor Mendel; el biólogo alemán Hans Spermann, un embriólogo en activo durante las dos primeras décadas del siglo XX, y August Weismann, los cuales descubrieron conjuntamente la fertilización y postularon «la continuidad del plasma germinal».
También  leíamos a neodarwinistas anglófonos, incluyendo a los matemáticos y genetistas británicos G. S. Hardy, J. B. S. Haldane y R. A. Fisher.
Hardy, Haldane, Fisher y muchos otros desarrollaron los principios matemáticos de la genética de poblaciones, un pilar crucial que mantiene en lo alto al neodarwinismo.
CCNN II nos proporcionó la inspiración para considerar la genética de poblaciones, la embriología y otros muchos conceptos: ¿Qué es la herencia? ¿Qué une a las generaciones? ¿Cómo inspiran el desarrollo de un animal completo los materiales del óvulo y un espermatozoide fusionados?
Como aprendimos en CCNN II, la ciencia es un arte liberal, una forma de llegar a saber.
Nos enseñaron cómo, a través de ella, podríamos ir por ahí planteando importantes cuestiones filosóficas.
Los asuntos de la herencia profunda, que al principio de CCNN II me consumían, me han inspirado hasta el día de hoy.
La extraordinaria ciencia de la Universidad de Chicago, un conjunto de métodos honestos, abiertos, accesibles y enérgicos, apenas existe en la actual mentalidad, obsesionada con la tecnología.
Allí la ciencia facilitaba el pensamiento de las cuestiones profundas en las que la filosofía y la ciencia se unen: ¿Qué somos? ¿De qué estamos hechos nosotros y el universo? ¿De donde venimos? ¿Cómo funcionamos?
No dudo de que debo la elección de una carrera científica a la genialidad de esta educación «idiosincrática».[1]

Torito! La «Escuela de Pensamiento» no la aprendemos de los miles de escritos que estudiamos para obtener el grado; es herencia. La aprendemos directamente del proceder de cada uno de nuestros maestros, los de «carne y hueso». La adquirimos con sus pasos frente a nosotros, en el marco ético y moral, en la lógica, en la actitud, en la responsabilidad. Realmente ¿qué es lo más importante que debemos aprender? La base filosófica, sobre la cual construiremos la solución de nuestros problemas profesionales.


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[1] del libro que actualmente leo, pp. 34-35:
Margulis, Lynn. 2002. Planeta simbiótico: Un nuevo punto de vista sobre la evolución. Debate, 161 pp.

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