sábado, 3 de septiembre de 2011

Cartógrafos

Exploradores.

Con Rodrigo de Bastidas [expedición de 1500] había venido al continente [Americano] uno de esos nombres con instinto de mapa; miran superficies, y mejor aún que el azor que sólo advierte la presa, determinan punto de referencia y contornos, rumbos y alturas; se llamaba Vasco Núñez de Balboa. [...] Después de vencer a los indios se establecieron por allí los españoles y a Vasco Núñez de Baboa lo eligieron alcalde. Aquellos hombres aguerridos no se sometían por el terror al que más ha matado, sino que se daban por sufragio el jefe. Y la elección recaía en el más capaz por la inteligencia, no en el más perverso y cruel, ni en el más astuto, como sucede en las decadencias”. [1]

En la expedición de Alonso de Ojeda en 1499 viajaba Américo Vespucio, quién “en la cámara reducida de una de las naves españolas, trazó el mapa del continente que tomaría su nombre”. [1]

"Por otra parte, no se sabe qué es mas admirable en aquellos hombres: el arrojo del soldado o la pericia del navegante, la elocuencia del conquistador o el patriotismo que los lleva a todos a trabajar por su Castilla, el innato señorío con que hablan y actúan como si fuese el rey quién está bajo su protección y a quién ellos otorgan el beneficio de sus conquistas, sin reservarse para sí otra cosa que la gloria. Pues ni uno de ellos corría a refugiarse en la comodidad así que el oro y las perlas les llenaban las bolsas. Casi sin excepción, siguieron o volvieron a perderse en la luz de los desconocido, mientras que el oro y las perlas se embarcaban para la Corte, a ser derrochados, o caían al fondo del mar en el naufragio, o pasaban al enemigo en el abordaje". [2]

Vasconcelos se pregunta qué es más admirable y entre sus letras tiene sugerida la respuesta: el arrojo del explorador. Partieron al lugar donde pertenecen, a sumergirse en la oscuridad de lo desconocido, de donde algunos no regresaron jamás.

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Del libro que actualmente leo:
Vasconcelos, José. 2002. Breve historia de México. Trillas. 422 pp.

[1] Vasconcelos (2002: 46).
[2] Ibíd, pp 48.

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