Diablo: -Nosotros necesitamos de su ayuda y ustedes de la nuestra.
Ángel: -¡Ah! Si no me equivoco, vosotros soís los que teneís una rebelión en marcha, ¿no?
Diablo: -Pero si ellos triunfan, ustedes desaparecen y eso sería un desastre.
Ángel: -Vamos, Jack. No entiendo a qué viene tanto interés.
Diablo: -Por nuestra superviviencia. ¡Equilibrio, señorita! Si los halcones [el infierno] se comen [acaparan] a todas las palomas [las almas], llegará un momento en que los halcones se van a comer entre sí por falta de alimento.[1]
--Película Bendito infierno/Sin noticias de Dios (Agustín Díaz Yanes, 2001).
Si destruyes el equilibrio, nos destruyes a todos.
Torito! ¿Cuál equilibrio?
El equilibrio de las cosas naturales. Las cosas naturales siguen su propio camino, sin importar su estado previo o final, inclusive ni siquiera consideran quienes son sus participantes. Siguen la inercia de sus cualidades físicas y químicas, a la altura de su nivel de integración. El instinto es un ejemplo de alto nivel en algunas cosas orgánicas. Cuando los humanos entramos en el proceso, con la razón, complicamos las cosas, porque presuponemos y damos por hecho la causalidad por ley natural, lo que implica --por ser ley- un actuar moral de la naturaleza y por ende, susceptible de que la naturaleza tenga elección moral. Cómo si la naturaleza fuera algún tipo de dios. La naturaleza no tiene ley, ni es moral, ni tiene elección, de hecho, la naturaleza ni siquiera es un ente. Somos los humanos los que tenemos estas cualidades y en el mejor de los casos, construimos de meta preservar algún equilibrio --cualquier cosa que eso signifique-. Nietzsche (1999: 15) asevera que "La ley de la Naturaleza es una superstición". No existen halcones decidiendo por obligación --de ley natural- comer palomas. Existen halcones alimentándose de palomas; los motivos son otros y su equilibrio no requiere supervisión. Las cosas naturales humanizadas, son como fábula.
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del libro que actualmente leo:
Nietzsche, Federico 1999. Opiniones y sentencias diversas. Editores Mexicanos Unidos. 4a edición. México. 150 pp.
[1] El título del post, se refiere a como Jack Davenport (Gael García Bernal), expresa la atropellada manera en que los halcones se comerán a los halcones: con los dedos unidos de una mano como remedo de pico, se golpea insistentemente la palma de su otra mano. A esto sólo falta agregarle de nuestra parte, en voz de frenética histeria... ¡así! ¡así!
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